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miércoles, 27 de abril de 2016

TEXTO DEL EVANGELIO MT 28,16-20 – YO ESTOY CON USTEDES TODOS LOS DIAS

MT 28,16-20

16. Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

17. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
18. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
19. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20. y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.»

Reflexión: Mt 28,16-20

Estamos frente a las últimas líneas del Evangelio de San Mateo, con las que pone fin al testimonio que le fue encomendado escribir por inspiración divina y con la guía del Espíritu Santo. Llegó el día en que Jesús finalmente ascenderá al cielo. Todos van, sin embargo algunos de ellos todavía dudan. Que nos sirva de consuelo cuando se nos presentan dudas, pero al mismo tiempo de estímulo para esforzarnos en creer, porque, tal como nos lo ha venido repitiendo el Señor esto es lo más importante. Creer es dar el paso fundamental y aunque leer los Evangelios y conocer a través de ellos a Jesucristo es importante, no es imprescindible el mismo grado de conocimiento que se exige en otras circunstancias, porque creer es finalmente Gracia de Dios. Esto quiere decir que Él tiene la potestad de suscitar esta fe en quien lo busca, más allá del conocimiento o de cualquier circunstancia que pudiéramos vivir. Y aquí es básico recordar esta promesa extraordinaria de Jesús de quedarse con nosotros hasta el fin del mundo. Claro, si no tenemos fe, sonará risible y estrambótica. Sin embargo para los que tenemos fe significa que Él está con nosotros allí donde posamos la vista e incluso nuestros pensamientos. Él está en cada molécula, en cada partícula de este mundo y por supuesto, en cada uno de nosotros y especialmente en los más pobres, en los que más sufren. El Señor está en todo, pero necesita que reorientemos el Universo hacia Él, hacia la Salvación, lo que exige amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. No es fácil y mucho menos cuando no hay fe y por el contrario, encontramos una fuerza que camina en sentido contrario, promoviendo el egoísmo, el hedonismo, el poder, la riqueza, el orgullo, la soberbia, la mentira y la muerte, como el único medio para asegurar el bienestar temporal de los más fuertes, de los más ricos. El Dinero es opuesto a Dios, porque propugna que todo se puede comprar y que tan solo depende de la cantidad de dinero que podamos ofrecer. Por eso es preciso acumularlo sin límites, ya que es tan solo lo que él nos puede dar aquí y ahora lo que importa. La filosofía del dinero, sobre la cual se ha edificado este mundo ha sido propiciada por el Príncipe de las Tinieblas y es obviamente contraria a la Voluntad de Dios, quien nos ha creado para vivir eternamente, lo que solo es posible, tal como nos lo enseña Jesús, si amamos a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos…hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.

A pesar de estas dudas, el Señor insiste en que creamos y lo manifestemos llevando Su Palabra a todo el mundo, bautizando y enseñando todo lo que nos ha mandado. ¡Eso es lo que Él quiere y lo que espera de nosotros! No hay interpretación ni adaptación que valga; eso es lo que tenemos que hacer. El Señor nos llama y nos conduce; hay que dejarnos llevar. Es muy hermoso el testimonio que a este respecto nos ha dejado la hermana Clare, una joven que llevando una vida disipada de un modo que parece increíble recibió un día el llamado inconfundible del Señor y aun cuando tenía todo para resistirse, incluso el apoyo de sus amistades y círculos más cercanos, no pudieron oponerse al llamado del Señor que ya tenía trazado para ella un Camino muy distinto y distante al que ella se había propuesto, para el cual parecía haber nacido. En medio de aparentes azares y malos entendidos, el Señor la puso en la circunstancia precisa para que escuchara su voz, la reconociera y no la pudiera dejar nunca. Su historia es muy tierna y recomiendo leerla con los ojos del corazón, porque es muy vigente y está relacionada precisamente con el llamado y envío que hace Jesús a nosotros, sus discípulos. La Hermana Clare tenía 32 años cuando falleció en el terremoto de Ecuador el 16 de abril pasado. Era muy joven y no tenía precisamente una larga trayectoria de fe o de estudios ecuménicos, por decir algo, sino que fue llamada –como ella misma dice- a lanzarse a los brazos del Padre y lo hizo, cerrando los ojos y saltando confiadamente al vacío, porque sabía que Él la estaba esperando con los brazos abiertos…hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
¿Qué más podemos pedir? ¿Qué más podemos querer? Tenemos a nuestro lado por siempre, hasta el fin del mundo, a quien tiene todo el poder sobre el cielo y la tierra. Lo único que hace falta es que creamos. Eso es todo. Sin embargo y a pesar de todas las evidencias, dudamos. Claro, si dudaron algunos de los discípulos que lo habían acompañado en todas sus travesías, cómo no habríamos de dudar nosotros. Dudar puede ser lo más natural entre nosotros. Por eso es preciso acudir a una ayuda SOBRENATURAL, que el Señor la ha previsto y nos la ha dejado. Son en realidad varias, que podemos sintetizarlas en llevar una vida de piedad, es decir una vida de oración y reflexión de Su Palabra. Entre estos actos de piedad hemos de mencionar en primer lugar la participación en la Eucaristía que es una forma especial y privilegiada de entrar en comunión con el Señor. Adicionalmente tenemos el Sacramento de la Reconciliación que nos prepara precisamente para que el Señor haga su morada en nosotros. Luego tenemos el Rosario, otra poderosísima oración que nos acerca al Señor a través de la Virgen María, Su Madre. En fin, siendo la Fe Gracia que Dios concede, hemos de pedirla incansablemente, recordando que la fe no se reduce a esa idea infantil que algunos tenemos de decir que creemos; la fe se vive, es decir que se evidencia en lo que hacemos. Casos muy palpables y drásticos los tenemos en San Pablo que de perseguidor de cristianos se convierte en uno de los más asiduos, sabios y valientes difusores de la fe, y más cercanos, la historia de esta jovencita, la Hermana Clare, que dejó una vida ligth, llena de comodidades, adulación y riquezas posiblemente por servir al Señor…hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.

Oremos:

Padre Santo, danos la Gracia de la fe, de modo tal que no dudemos en dejar todo cuanto nos lastra y retiene egoístamente, sumidos en el hedonismo y la comodidad, para servirte a Ti a través de nuestros hermanos…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

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